Símbolo de la brujería, las formas orondas de esta recreación de Botero han restado buena parte de la patina temeraria a este felino de porte majestuoso. A su sombra hay una Barcelona muy interesante por descubrir, que no solamente incluye al todavía conocido como “barrio chino”.
El “barrio chino” barcelonés ha perdido muchísima de la faceta “canalla” que caracterizó a su historia. Es la parte más cercana al mar del verdadero barrio del Raval, en cuyo seno se hallan puntos turísticos interesantes, a la sombra del Gato Negro de Botero, ubicado en la Rambla de Raval. Un nuevo espacio ganado al barrio con un ancho paseo con palmeras y terrazas donde los fines de semana hay un interesante mercadillo de artesanos.
Interesante también de visitar el Palau Güell (Nou de la Rambla, 3-5), que se halla entre los primeros encargos que recibió Gaudí. También el Monestir de Sant Pau del Camp, uno de los edificios románicos mejor conservados de la ciudad.
La leyenda de las siete vidas
Realmente el gato de Botero casi las cumple. Quizá ha sido uno de los gatos más gordos del mundo que “cayeron” tantas veces en distintos lugares. En Barcelona, donde emergió en 1987, ya lleva cuatro traslados. Del parque de la Ciutadella al Estadio Olímpico para los Juegos del 92. Luego tras las Drassanes hasta acabar en la Rambla del Raval, donde ahora anda ronroneando satisfecho los días de sol.